Construyendo al hombre biónico
El profesor Sethu Vijayakumar actualmente tiene tres brazos.
Una versión modificada de la mano artificial i-Limb está atada a su antebrazo izquierdo; alrededor de su brazo derecho hay una banda de sensores que detecta las bioseñales emitidas por el movimiento de los músculos de su brazo. A medida que esos músculos se contraen y se relajan, la mano se abre y se cierra.
En 2007, la firma de Edimburgo Touch Bionics creó i-Limb, la primera mano protésica eléctrica con dedos articulados.
Ahora estamos colocando sensores artificiales en las yemas de los dedos.
Cuatro años después, está evolucionando rápidamente, parte de una tendencia creciente para aumentar el cuerpo, ya sea para reemplazar la funcionalidad perdida causada por una lesión o enfermedad, o simplemente para mejorar las deficiencias humanas.
Salir en una extremidad
Vijayakumar es director del Instituto de Percepción, Acción y Comportamiento (IPAB) de la Universidad de Edimburgo, que ha estado trabajando junto con Touch Bionics en i-Limb.
Su investigación se centra principalmente en mejorar el control manual y la retroalimentación sensorial de la mano, objetivos que deberían hacerla más útil para los amputados en escenarios donde poder sentir la fuerza de un agarre puede ser vital para evitar romper un vaso o apretones de manos dolorosos.
“En lugar de solo una señal abierta/cerrada, ahora estamos viendo cómo se puede lograr un control más preciso con una señal pulsada”, dice Vijayakumar. “Si haces contacto con un objeto, cambias a un modo de pulso.
Esto se puede utilizar para detectar cargas y optimizar el agarre para reducir la fatiga.
Las últimas técnicas están llevando a los humanos a un nuevo territorio, donde las extremidades artificiales son en realidad más funcionales que las partes originales del cuerpo que reemplazaron.
“Además, ahora estamos colocando sensores artificiales en las yemas de los dedos. Tomas esa información y luego la retroalimentas a través de la electrónica. La investigación actual se centra en diferentes modos de codificar esa información. Una forma es tener una línea de motores vibratorios conectados a una parte viable de su piel. Tienes que entrenar, y con el tiempo aprendes a asociar una fuerza particular con un motor particular que vibra. A medida que aumenta la fuerza de agarre, las vibraciones viajarán más abajo del brazo”.
El uso de la tecnología para mejorar el cuerpo humano no es nada nuevo: los amputados han confiado en las prótesis durante generaciones.
Sin embargo, las últimas técnicas están llevando a los humanos a un nuevo territorio, donde las extremidades artificiales son en realidad más funcionales que las partes originales del cuerpo que reemplazaron. La mejora humana, basada en este caso en una combinación de robótica, sensores e inteligencia artificial, permite cada vez más que el cuerpo supere sus aptitudes habituales.
Aunque la mayoría de las tecnologías emergentes siguen siendo correctivas, los científicos prevén un futuro en el que las mejoras no serán más extraordinarias que una visita a la óptica.
Casarse con el hombre y la máquina
El matrimonio del hombre y la máquina no siempre es armonioso: cuando se trata de un unísono permanente, existen serios problemas de compromiso. Una vez que se coloca un trasplante o un implante, permanece allí por mucho tiempo, con procedimientos potencialmente costosos y dolorosos necesarios para divorciar la tecnología de los humanos.
El i-Limb resuelve ingeniosamente el problema de fusionar lo natural y lo artificial manteniéndolos técnicamente separados, pero entrenando al cuerpo humano para que se comunique con el dispositivo y programando el brazo biónico para que lo entienda.
Sin embargo, esto solo funciona si el cuerpo puede comunicarse en primer lugar. Ciertas enfermedades, como el Parkinson y la enfermedad de las neuronas motoras, afectan las conexiones neuronales entre el cuerpo y el cerebro de una manera que una prótesis no invasiva como i-Limb simplemente no puede superar. Para condiciones como estas, se requiere un enfoque directo.